Técnicas aplicables a las ciencias del «Coaching»

Nota del redactor: Con esta columna comienza una nueva  serie de artículos por el destacado economista y asesor internacional, Dr. Armando Tauro.

Del mundo de la ciencia y la neurociencia a las técnicas aplicables a las ciencias del coaching

“El ‘coaching’ consiste en averiguar lo suficiente del cerebro hasta conseguir que éste trabaje en su propio interés”. Son las palabras de Paul Brown, creador del modelo neuro-conductual (NBM o Neuro Behavioural Modeling) y del Modelo de Integración de Sistemas Organizacionales.

Este artículo pretende aportar en el mundo de la ciencia y la neurociencia las técnicas aplicables a las ciencias del coaching. Para todas las personas que de alguna manera se han dedicado al coaching, este es un momento de satisfacción, el pensar que ya se está dejando de observar, de ver, de percibir el coaching como una pura y dura manera de gastar presupuestos en las organizaciones o de tratar de cubrir determinadas expectativas de los ejecutivos y de los equipos de dirección.

El coaching por lo tanto, es mucho más, es una ciencia que está ligada a resultados conocidos, podemos predecirlos positivamente que significarán el desarrollo personal y profesional de las personas.

Ambos temas son muy importantes, tanto el desarrollo personal como el profesional, por lo tanto es muy difícil en muchos casos, tratar de separar la línea roja que divide estos dos conceptos.

Desde luego el coaching ejecutivo tiene que contar con dos bases esenciales, por un lado saber que uno pertenece a una organización, está inmerso en su cultura, dentro las formas operativas de la empresa y por el otro lado, el personal, el cual se debe a sus comportamientos, a la forma de ver la vida, a sus ilusiones y pasiones.

Cuando hablamos de coaching y pensamos en la transformación de las personas, uno de los elementos que siempre se estudia y se analiza, es el paso que se conoce como la “Primera Naturaleza a la Segunda Naturaleza” –concepto nada moderno, siendo el autor de esta teoría el señor Aristóteles–. Él pensaba que los comportamientos no se cambian, pero sí se educan; por tanto, los comportamientos de una persona pueden ser distintos cuando trabaja en grupo o se desenvuelve en otro ambiente social.

El coaching da un paso más allá y trata de reutilizar el comportamiento, para convertirse en el fondo, en un cambio de conductas y en nuevas maneras positivas de actuar.

Esto es todo un proceso de aprendizaje, absolutamente apasionante, que sin embargo a veces se enfrenta a las actitudes del coachee o persona que recibe el coaching.

Hay dos temas que en este artículo me interesa destacar; por un lado, la capacidad que tenemos de aprender y la necesidad que para lograr ese aprendizaje, debemos olvidarnos de las cosas antiguas, dejándolas a un lado, no pensar que todo aquello que ya sabemos es inamovible y por lo tanto aceptar el reto del cambio; el reto de transformar en nuestras propias vidas. En segundo lugar está el elemento que choca con todo proceso de coaching; esto es la poca afinidad personal que se crea con el coach y que a veces no permite avanzar más; es decir, nos auto limita, excluyendo lo más importante, que es ser capaces de abrir la mente y abandonar las autolimitaciones, ser y pensar que uno como persona es valioso y por tanto, cualquiera que sea nuestra relación con el coach, que somos capaces de realizar cambios sin enfrentarse a los miedos, debiendo hacerlo con nuestras propias esperanzas, porque es claro que sin esperanza no abrá futuro.

– Armando Tauro